RESEÑAS

El templo del sonido

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Nada particularmente tan bueno ni tan malo había en aquellos años de adolescencia. De tener que explicarlo, no bastaría esta hojita y aún así, con más espacio y todo, no encontraría las palabras. No se podría, así como así, decir por decir o hablar por hablar. Recuerdo que estaba la música. Te salvaba el alma o al menos el rato. La libertad y el encierro, a la vez y bien revueltos. El inconmensurable vacío interno.

Estaba el negro por donde mires. Lo recuerdo. El negro, ese era el color. Decía de la música: el industrial, el tetra, las minas, el fasito, las petacas, la inexplicable tristeza, la desaforada alegría, el “no me importa nada”, la falta de respeto, la mochila escrachada. La música nos salvaba el rato y yo me pregunto que nos ha pasado.

Acá en el Obras la calor es brava. Los hay de treinta y pico. Hay muchos. El “Dreamtime”, el ”Love”, el ”Sonic Temple”, en algún momento les ha salvado el rato. Por eso están aquí. Hace calor les dije. El Obras está casi lleno.

En el baño los pibes se refrescan la nuca debajo de las canillas. Al ver que las luces se apagan la mayoría sale rajando, sacudiendo sudor y agua. Suena un fragmento de algo, creo que es de La Naranja Mecánica. La Les Paul ruge el primer acorde, agudísimo y febril: ¡Es BILLY DUFFY, papá!, le digo a un amigo que dudaba de su presencia.

Entonces es que arranca Lil’ Devil. A la mierda con la vida de mierda y con el día después. El rock está sonando fuerte. Imagino a algún periodista, a nadie en particular: birome en mano, un poco calvo, un poco preocupado, un poco de todo, hablando de la panza de IAN ASTBURY y de que su voz ya no es la misma. Él, muy en la suya, hablando del maldito rock. Mientras pienso, me adentro y escucho mi voz y la de todos sobre el estribillo de Sweet soul sister. La guitarra está acuchillando tímpanos. Un volumen muy elevado, dirá el periodista.

En Revolution alguien revolea una remera con el rostro de ERNESTO. IAN la pega cuidadosamente con cinta adhesiva en un bafle y luego grita: Hasta la victoria siempre. Puro simbolismo insignificante. Ahora quedan solos, IAN y BILLY, para una nueva versión acústica de Star y para que acá abajo le gente coree Edie (ciao baby). Lo siguiente, lo que recuerdo, es Fire Woman. Siempre hay un momento especial en los recitales; es El momento. Es relativo a cada ser y no es nunca el mismo. Yo me guardo Fire woman. Estoy casi sordo. Caen Rain y Wild Flower.

Lo que se está viendo son años de escena y rocanrol. Hace meses que no veía eso. Con IGGY seguro. En lo que va del año no se con quién más. El periodista seguro observará cosas, pormenorizados detalles, pero yo no tengo tiempo, no tengo tiempo. Las últimas son She sells sanctuary y, como no, Love removal machine.

Y así es que la cosa termina y hay que salir a las calles. Los autos ya retoman su marcha. La calle vuelve a ser calle y la vereda, vereda. La vida vuelve a ser rutina. Queda el recuerdo y la sordera. Y saber al menos que el rock de THE CULT, a fuerza de ruido, nos salvó el rato.

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