RESEÑAS

Se hacen camino al andar

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Pasadita apenas la medianoche, la gente ya tramaba una correctísima y paciente cola en las puertas de La Trastienda. Mientras, el muchacho de lacia cabellera negra que todos algunas vez hemos visto en las afueras de los shows, mangando de a cinco o de a diez, comenzaba su voluntarioso trabajo de hormiga.

De raro poco había, salvo una chica que preguntaba desesperada a quien se le cruzara si BOTAFOGO ya había tocado. Se puso bastante mal por el asunto y nos costó más de lo esperado hacerle entender que de Miguel ni noticias esa noche y que mejor probara en el ND (eso se lo sugerí yo, solo por acotar algo). Fumé todos los cigarrillos que pude en los umbrales del paquete recinto y me adentré.

Liberados por ley del terrible y degradante humo asesino, el olor a humedad era más notorio que de costumbre. Salvo este detalle mínimo, quien escribe puede confirmar para tranquilidad del ciudadano blanco medio, que el lugar cumple con todas las respetables normas de convivencia que propone la nueva camada gobernante de centroizquierda cosmopolita. Es un lugar agradable, con su lata de rica cerveza tan solo a cinco pesos, su Speed con vodka para levantar y su monopólico arte pop en rojo y azul.

Los pibes de los DESCALZOS salieron a darle con “Andar” (tema inédito pero ya archiconocido), “Luz” y “Confundí”, con la gente un tanto calmada pero ya disfrutando de las buenas canciones. El juego de luces era perfecto y resaltaba las figuras de los músicos, y cada instrumento tenía su justa presencia en los parlantes. El flaco JUANI, buen cantante, gran frontman, comenzaba con sus singulares contorneos danzantes.

El público fue aumentando en efusividad, primero de la mano de “Conformidad”, luego con “Pasó y se fue”, para explotar finalmente al unísono de los caños de “Un mundo” y con el estribillo de “Polietileno”: “Queeeeeeeremos bailaaaaaar”. La cosa ya se había puesto.

El reggae bien cadencioso y fumón llegó con el temazo “Distinto”, con el bombo marcando el latido y las teclas dando las nota justas, al tiempo que en la pantalla se visualizaban milicadas y gorras de todo tipo. Palos, bigotes, gases y todo lo demás que ya conocemos.

“Torito”, en cambio, le dio aires de fogón al show, con acústica, cajón peruano y con los espectadores, a pedido del cantante, sentados todos en el ignífugo suelo.
“Pantuflas”, “Hoy” y algún que otro cuartetazo fueron pincelando las últimas melodías del buen show de los DESCALZOS. Simple, efectivo y directo.

Y todos disfrutaron, y todos se fueron conformes y la noche, entonces, había comenzado. Unos buenos reggaes: mejor no se podía. Me fui cantando.

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