
SHOWS
Escuela de Trash
El martes, los canadienses de Annihilator volvieron a Buenos Aires para reventar The Roxy Live. A un año de su primera visita, los trashers regresaron para dar cátedra de casi dos horas sobre cómo debe sonar una aplanadora de metal basura.
En la imperfección está la verdadera perfección. Eso dice un dicho popular que bien puede aplicarse a la segunda presentación de Annihilator en Argentina; esta vez en el marco de un Roxy condensado pero no por eso menos caliente. Desde el asesino show que dieron el año pasado en Flores que habían dejado a los fans con ganas de más, y poco más de 12 meses después ya volvieron para seguir rompiendo cráneos.
A las 21 en punto y con “Ambush”, de su último disco homónimo, los trashers levantaron una pared de sonido tan grande que en ocasiones tambaleó por imperfectos técnicos, aunque gracias al carisma del fundador Jeff Waters (guitarra y voces), el show brilló en los 17 temas que duró el set, a pesar de ciertos traspiés.
Fueron transcurriendo los primeros clásicos de la noche, “King of the Kill y “Ultra Motion”, a la vez que intercalaban material reciente cómo “Betrayed” y la aún inédita “No Way Out”, adelanto del disco “Feast”, a salir en agosto. Esta pieza mostró un comienzo con guitarra limpia y seguida de varias distorsiones para terminar con punteos interesantes: un costado más progresivo que se deja prever, en una discografía con altibajos pero que gana mucho más en el vivo.
Una cosa de admirar de Annihilator es la forma de preparar a sus formaciones, ya que los únicos miembros oficiales son Waters junto a Dave Padden (2º guitarra y voz). Los demás son músicos contratados por la banda en sus distintas etapas. En esta ocasión volvió a ser de la partida el venezolano Al Campuzano en el bajo y la incorporación de Mike Harshaw en la batería. Es increíble lo preparados que ponen a esos tipos para descocerla en canciones que tienen casi 25 años de antigüedad, y que suenen de manera correcta para que Waters con su guitarra haga lo suyo: meter riffs asesinos uno tras u otro, dejando un poco de lado las voces a Padden.
De esta forma, los fans deliraron con las rápidas “Set the World on Fire”, “Welcome to the Death”, “No Zone” y “I am in Comand”. Así, la performance iba subiendo en intensidad, y el único respiro (o la menos veloz) fue con “21”, de su cuarto álbum “King of the kills” (1994).
Entre tanto y tanto, Jeff metía bocadillos, que vinieron como anillo al dedo al momento que sonó “Time Bomb”, cuando escrachó al sonidista por problemas en las luces, y también al público al ver a un fotógrafo salvando de caer al vacío a un fan que hacía mosh, ya que en la valla no había seguridad. Pero siempre con la buena onda que lo caracteriza.
Cada tanto se escuchaba una guitarra más baja que la otra, y justo al momento del hit “Alison Hell” por unos segundos se desconectó una, pero fue rápidamente arreglada. Aún así, los fanáticos disfrutaron de temazos cómo “Stonewall” y “Shallow Grave”, después de los bises.
Y hasta hubo tiempo de meter la intro de “Hell Bells” de AC/DC en el medio, mientras hacían referencia al DVD grabado aquí. Ya con remeras de la selección puestas se despedía nuevamente Annihilator, demostrando que se puede llevar adelante un recital por más porvenires que se interpongan. Porque, básicamente, la imperfección está en las raíces del género. Trash metal como debe ser: sucio y desprolijo.
*Fotos por Fernando Fernández
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