RESEÑAS
¡Y fue rock!

¿Quién eres tú, forastero? No importaba la respuesta, en un lugar en el que las tachas, el cuero, el negro, las cadenas y el pelo largo eran marca registrada para disfrutar de una jornada de puro rock, del mejor rock.
Como en esos festivales en los que uno no sabe qué hacer entre una banda y otra, si sentarse, ir al baño o sólo esperar, se sucedieron SAURON, ATENAS, LORIHEN, PLAN B, ODISEA, MAFIA, DHAK, SAUL BLANCH, GATOS SUCIOS, LA NARANJA, RENACER, TREN LOCO, BOFF, y LOVORNE.
Todos los grupos unidos y con el mismo fin: hacerle tributo a “la banda que le dio Rock al país”: RIFF. Y presentando el disco de la misma idea: “Que sea Rocka-Tributo a Riff”, que para quienes lo compren original, vendrá acompañado de una mini escultura de PAPPO, la estrella indiscutible de la tarde-noche.
Un domingo con sol, con calles frías; no un muy buen día para encerrarse, pero sí para escuchar los recuerdos del mítico cuarteto integrado en su formación clásica por PAPPO, BOFF SERAFINE, VITICO y MICHEL PEYRONEL.
Alrededor de las seis de la tarde empezó esa rueda de metal, que revivió los sonidos más crudos y fuertes del heavy argentino, de sus comienzos, de la inspiración de tantos, en un Teatro casi lleno.
Aunque la energía no empezó a fluir realmente hasta que se escuchó “Mucho por hacer”, en la voz de SAUL BLANCH, que hizo mover y saltar a la gente. Había aparecido el rock.
Y que orgullo ser protagonista o espectador de ese evento, en el que no había público “careta”, en el que todos sentían cada frase.
Ese ir y venir de canciones, de voces y de instrumentos que sonaban distintos según su dueño, pero que buscaban lo mismo, y lograban el recuerdo de un sonido que fue el comienzo de todo.
Ese sonido que siguió con el cuerpo femenino como protagonista de lo que ya era la noche del domingo. Una bailarina, un strip-tease. Un complemento más que profanaba tumbas y despertaba hasta a los muertos.
Y ese cuarteto que se recordaba tenía un líder inigualable, una leyenda del rock nacional, que no pudo esconderse y que acaparó el escenario en sus temas de PAPPO’S BLUES o los de su época solista. Como la versión más metalera de “Desconfío”, de la mano de RENACER, que traía recuerdos no sólo de su vida, sino también de su muerte.
Con esa voz que se perdía entre los acordes de la guitarra furiosa, que conseguía tanto un tono casi lírico como la garganta más rasgada, siguieron sonando esas letras que fluctúan entre la tristeza, la depresión, y la fuerza y la bronca de querer que todo cambie, y de seguir buscando que todo cambie.
Con la presencia de BOFF en el escenario, LA NARANJA tocó uno de LOS temas de la noche: “Que sea rock”, con un público que creció y pareció multiplicarse en ese subibaja de manos que se movía para impulsar lo que la música les hacía sentir, porque necesitaban acción.
Y para cerrar, la cara y los gestos del más grande, en uno de sus mejores legados, y de los mejores sonidos de la noche. LOVORNE terminó el tributo con invitados, con la fuerza de vivir cada tema, de ponerle lo mejor. Con la imagen de una guitarra sola que no tenía quién la hiciera gritar, vacía de acordes, pero llena de una vida que le dio todo al rock argentino, que lo dejó crecer y que le permitió ser.
Tenés que estar logueado para escribir un comentario Iniciar sesión