RESEÑAS
De vuelta al under

En tiempos dominicales, nocturnos y porteños, ubiquémonos en 1991; el gélido presente se abalanza cuando el humilde cronista se sube casi desganado a aquel autobús que lleva un 168 en su rostro.
Va a asistir a un recital allá por Colegiales, El Teatro es el nombre del bolichón aparentemente, pero, ¿por qué habría de estar desganado? Bueno, yo les cuento, sé leer el pensamiento del joven redactor. El pibe no tenía demasiadas referencias de la banda que iba a ver, le dijeron que era bastante under, que se trataba de unos pibes que recién estaban haciendo sus primeras armas en el punk, y qué sé yo qué más. Por eso, el panorama no era alentador, si tomamos en cuenta además el contexto tan poco acogedor y la depresión de cualquier velada de domingo sin fútbol.
Pero bueno, había que ir, así eran las cosas y punto. Una vez sumergido en el ambiente del dramático lugar de varieté, y con la sensación general de que el show estaba a punto de iniciar su camino, nuestro amigo se sorprende; no esperaba tanto público. Su ojímetro diagnostica unas 550 razones de consuelo para estar allí.
Sale la banda a escena en ese marco. Ahh, olvidé mencionar su nombre, ATTAQUE 77 dicen llamarse. Los presento: CIRO PERTUSI (guitarra y voz), LEONARDO DE CECCO (batería), MARIANO MARTINEZ (guitarra y voz) y LUCIANO SCAGLIONE (bajo), que, según le comentaron al articulista, había reemplazado hace algunos días a ADRIAN “EL CHINO” VERA. Pelos largos, caras frescas y adolescentes, camperas de cuero, pantalones de jean apretados y la influencia del punk británico setentista envuelven a todos ellos.
Su primer tema, al parecer denominado “El cielo puede esperar”, causó un desbarajuste anárquico en el pogo del amplio suelo teatral. “Western” y el marginal “Jorobadito” no se quedaron atrás.
Una “Canción Inútil” sirve para recordar 30.000 voluntades que han desaparecido pocos años atrás, pero que retoñan y resurgen en cualquier paraje, ahora y siempre.
Sigue la melancólica “¿Por qué te vas?”. Melancólica por la letra, más allá del punk, que ahora inspira todos sus ímpetus en la figura escultural e imaginaria de EDDA BUSTAMANTE.
Otra marginal, “Rebelde”. Nuestro camarada letrado observa atentamente y se vuelve a asombrar. “Pero la pucha, este pibe MARIANO también canta, mirá vos”, piensa azorado. A esta altura, la cara de antipatía del bondi ya se había rectificado bastante.
“Además, ¿ska?”, vuelve a meditar para sí mismo. Pero claro que sí, “Éxodo-ska” es la respuesta al interrogante.
No para de sorprenderse, el joven pensaba ingenuamente que esos 500 y pico suponían una cifra por demás agraciada para los chicos de la banda, pero… “Parece que hoy era para los más seguidores”, atina a decir MARIANO. Parece que van a seguir con este proceso de crecer, aunque el homónimo tema les atribuye los dichos de no querer desarrollarse ni progresar más, sin más responsabilidades. “Hay una bomba en el colegio” gusta entre los invitados al convite, continuado por “Tres pájaros negros”.
La canción que sigue se hace llamar “Amigo”, y que el cronista pronostica que será un éxito, podría ser un futuro hit radiofónico, o hasta aparecer una que otra vez en televisión; quién sabe.
“Vacaciones permanentes”, “Chicos y Perros” y “Donde las águilas se atreven” cierran con una parte del show, luego de la cual los chicos se van de escena. Reaparecen 5 minutos después y se ponen a hablar tranquilamente con la gente; llama la atención la soltura con la que hablan para ser tan pibes; hablan del mundial que se viene. Dicen que se jugará en Alemania pero nadie atina a corregir el erróneo dato, porque en 1994 se jugará en E.E.U.U. Resulta ciertamente raro que en un país futbolero no se tengan presentes estas cuestiones tan básicas. Al narrador todavía le queda la espina del 90, Codesal y aquel dudoso penal de Sensini, pero bueno, esa es otra historia.
Tras la pequeña charla, vuelven con un tema concluyentemente pegajoso y bienhechor a la vez, llamado “Beatle”.
Más de una mujerzuela se sube a los hombros de varios luchadores de la vida que aceptan el sensual pedido femenino, arrepintiéndose, tarde, pocos segundos después. Es que el blando y sentimental “Hacelo por mí” parece enloquecer sobre todo al sector mujeril. “Otro futuro hit, seguro”, piensa nuevamente el cronista.
El final va llegando, y consigo varios cobres, entre los que se destacan las versiones punk de “Dame fuego” de SANDRO y la célebre cumbia de GILDA, “No me arrepiento”. Muy originales, no quedan mal.
Los chicos, sintiéndose casi estrellas, histeriquean con irse definitivamente, pero se terminan quedando para los bises con “15 segundos” (que se hace extensivo en esa medida de tiempo) y “Numancia”, que ahora sí cierra el show.
Lo vi a Ariel el otro día. Me comentó del recital. Estaba desconcertado y entusiasmado por la aparición de esta aparente banda nueva. Saqué una conclusión de la charla: mi amigo se dejó engañar por el ámbito under que presentaba El Teatro aquel domingo y situó su vida por unos momentos en 1991, cuando el cuarteto definitivo de ATTAQUE comenzaba a rodar. No lo quise apartar del frenesí. “Estos pibes van a llegar lejos, van a dar que hablar”. “Seguramente, Ariel”, asentí y ratifiqué, cómplice de su engaño.
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