RESEÑAS
Baila LA COVACHA

Llegás justito, ya empieza. El fotógrafo acoplense, apenas ingreso. Hay lindas rolas es lo siguiente que comenta. Miro un poco y confirmo. Hay lindas pibas, si. Me dijo que llegaba justito y era verdad porque ahora las luces se van y la pantalla comienza a mostrar un barrio. Parece que es allá por el sur; el sol lo ilumina fuerte. Hay vías muertas, hay adoquines en eterno desnivel, hay perros, flacos, perros flacos, canchitas de cinco, escraches en viejas paredes. Hay un color que es el gris y lo domina todo.
De repente un rulo de batería cobra vida en los parlantes y los músicos entran con gesto triunfante de la mano de un furioso acorde. Me le pego cerquita a una piba, quien me mira unos segundos y devuelve su atención hacia el escenario. Es que desde allí el bombo está marcando estrepitosas negras que te golpean el pecho. Es LA COVACHA que comienza a meterle rock a la noche.
Venir andando es la primera y le sigue Cuando tú no estás. Las chicas ya están sobre los hombros de sus novios, las zapas ya están bien atadas, los porros ya están bien encendidos. Mi piba no fuma nada ni tampoco baila; canta bajito canta, unas canción tras otra. Me gustaría invitarla a tomar una cerveza, pero claro, en El Teatro no venden birra, así que voy a tener que diseñar otra cosa.
Mientras tanto, el cantante SALVADOR trabaja todo el escenario, arenga y agita, jode con el bajita, imita al guitarrista, canta. Su voz a veces se acerca a la de SOKOL, otras veces a la del CHIZZO; otras, las menos, a la del INDIO. Su garganta toma vuelo cuando simplemente se parece a SALVA, cantor covachero de los barrios al sur. Suena ese temazo que es ¿Adonde es que voy?. Luego de él, el bombo marca negras nuevamente, abusando bastante de este yeite. Tranquilamente podríamos entonar eso de voces, solo voces, como eco….
LA COVACHA se sube ahora a un buen blues, lento y pesado, con la armónica marcando ritmo y forma, contorneándose. Así un rato, hasta que de golpe se transforma en un rocanrol rapidito y de estribillo épico. La banda gusta de estos coros súper cantables, y quizás también abuse un poco de ellos. Pero que tengo que decir yo, si varios centenares de pibes cierran los ojos y cantan y el rock se les mete hasta en los huesos. Mejor guardo absurdos argumentos para otra ocasión.
Hay lugar para un acordeón que matiza un poco y es indicio de versatilidad. Hay canciones nuevas que la gente ya conoce. También hay tiempo para citar bandas amigas que andan en la misma: abrazos para LOS GARDELITOS, saludos para los chicos de EL BORDO.
LA COVACHA se despide con Sacudirán, entregando un último estribillo que se repite en las gargantas de cientos de rockeritos. Mi niña rockera sigue al ladito mío, así que pienso, quizás, no se, tal vez si le digo que… Pero claro, de la espesa muchedumbre nace la figura de un pibito sudado que viene hacia mí. Me esquiva y va directo hacia mi chica. Se abrazan con cariño y ella le entrega, al fin, sus jóvenes labios. Él la toma de la mano y juntos parten hacia algún lugar. La noche recién comienza para ellos. Para mi está a punto de terminar. Bien por ellos. Aguante LA COVACHA.
1 Comentario
Tenés que estar logueado para escribir un comentario Iniciar sesión