RESEÑAS
Sobredosis de NATAS

Luego del leve trámite burocrático para poder acceder a una mejor ubicación para sacar fotos, logramos acceder al primer piso del lugar. El mismo se va llenando de fotógrafos, camarógrafos, periodistas, amigos de la banda, gente habitué al boliche y algunos que no sabían de la existencia de una banda llamada NATAS.
De fondo, una cortina musical que abarca desde PESCADO RABIOSO hasta BILLY BOND Y LA PESADA, hace más amena la espera hasta el comienzo del show. Tras la afinación y puesta a punto de los instrumentos, de a un momento a otro aparecen los músicos en escena.
Ordenados en una línea recta paralela al filo del escenario, y con la batería más cerca de los retornos que de los baffles, SERGIO CH. en guitarra, GONZALO VILLAGRA en bajo y WALTER BROIDE tras los parches ya están en escena terminando de consumir sus cigarrillos.
Un chillido de guitarra interminable hace que una cortina de humo -mezcla de natural y artificial- colme todo el lugar, mientras el bajista empieza a jugar con su instrumento y WALTER arranca una pelea cuerpo a cuerpo con la batería, la cual no terminará hasta el último acople de la noche.
El lisérgico diseño de la tapa del último trabajo estampado sobre una tela blanca, la cual va a tomar distintas tonalidades según la iluminación, es la simple escenografía que cobija a los músicos.
“Tufi meme”, “Humo de marihuana”, “Planeta solitario”, junto a ”Patas de elefante” (quizás el único tema “cantable”) nos introducen en esa selva espesa formada por ese sonido característico, relacionado con los inoxidables KYUSS, algo de MONSTER MAGNET, y obviamente el primer BLACK SABBATH, generando un trance hipnótico en la gente.
Como en toda guerra, hay caídos. Solo los fuertes sobreviven. A esta altura, unos cuantos yacen durmiendo en los sillones del lugar, otros tantos en el piso, mientras la banda se toma un respiro para volver a atacar nuevamente luego de un descanso.
Encerrados en su pequeño mundo de tres instrumentos, la batalla va llegando a su fin, la extraña afinación de la guitarra se mezcla con la pesadez del bajo mientras la batería recibe la última lección de la noche, quedando en tregua con WALTER hasta el próximo recital, culminando de esta manera una nueva presentación.
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