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Poder y gloria

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Saxon volvió a tocar en Buenos Aires, en el Teatro Flores, el pasado jueves santo. Después de dos años y con un show realmente arrollador, mostraron que los años no parecen pasar para los ingleses.

Si hablamos de bandas que merecen más reconocimiento del que tienen, una de ellas, sin dudas, es Saxon. Los ingleses se han mantenido casi 40 años ininterrumpidos girando y grabando, manteniendo formaciones siempre estables. Lamentablemente no pudieron mantener el éxito tanto en los rankings como en convocatoria, cosa que sí hicieron sus compatriotas de Iron Maiden o Judas Priest. ¿Las razones? Realmente no las sé, ya que Saxon ha sabido tener canciones en los rankings mainstream; sin embargo al entrar al teatro noto la falta de renovación de público. El promedio de edad da unos 35 años y no se ven adolescentes o niños que podrían copar los shows de Maiden o Kiss.

Cerca de las 21:10 la banda sale con canciones de los últimos lanzamientos como «Sacrifice», «Chasing the bullet» y «Made in Belfast». La diferencia que podría haber con otras bandas es que acá la gente se engancha con las nuevas. ¿Por qué?  Simplemente porque son buenas.  Podemos trazar una similitud con Motörhead en lo prolífica que es la banda y la calidad del material entregado. Tal vez sea siempre «más de lo mismo», pero es exactamente lo que busca el fan. Y el resultado es efectivo. Nunca paran de girar, cada dos años hay disco nuevo y siempre son buenos, algo que no se puede decir de muchos de sus compañeros que a veces tardan entre cuatro y cinco años entre lanzamientos con resultados dudosos.

Los primeros momentos vienen de parte de viejos temas como «Power & The Glory», «To Hell and Back Again» o «Never Surrender». El líder, Biff Byford, sin nunca dejar de lado la elegancia inglesa, no deja de sorprender. A sus 62 años, su blanca cabellera y su voz siguen intactas y a pesar de estar haciendo esto hace tantos años, nunca parece hacerlo por compromiso; disfruta de hacer cantar a la gente, hacerlos saltar y traspirar un poco y también recibir el amor del público a través de las clásicas canciones de cancha. Y aunque la banda podría pasar un poco desapercibida, no hay que obviarlos. Primero porque también está el histórico Paul Quinn en la guitarra, segundo por la energía, la entrega y lo bien que  suenan. Creo que jamás he escuchado un sonido tan nítido y perfecto con una banda de metal en el Teatro Flores.

Siendo un músico, y uno tan longevo, uno podría interpretar los clásicos para sacárselos de encima y casi que estaría justificado. «Motorcycle Man» , «20000 ft», «747», «Rock and Roll Gypsy» y «Wheels of Steel», uno atrás de otro, sonando más pesados que nunca, es realmente demoledor. Canciones que mínimamente han tocado dos mil veces y suenan como si fueran nuevas. Eso es oficio y profesionalismo.

El final es también una avalancha más que intensa: «Heavy Metal Thunder», «Strong Arm Of The Law», «Denim & Leather» y «Princess of The Night» coronan una presentación que seguramente estará entre lo mejor del año. Una vez más la vieja escuela dando una clase magistral de como se hace esto. Si funciona, no lo cambies.

*Fotos por Fernando Fernández

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azafatodegira.com

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