RESEÑAS
Viendo tu panza al revés

Es físico, es más que una parte del cuerpo, no es sólo panza, también es corazón, es valvular. Su música es corporal, con contracturas, muscular, es como oír patadas, no golpes sino patadas al aire, sí, escuchar a PANZA es oír patadas que pegan en ningún lugar Así de intransigente es su sonido, así de violento, así de interno, sentimental también, violentamente pop tal vez, totalmente dirigido con lo peor y lo mejor de uno hacia nadie y hacia todos.
Las palabras están cargadas de disconformidad, de dudas, de escapes, de miedos, pero también de sonrisas, decisión, esperanzas, ternura. Ahí tenemos entonces: infancia – desastres – vacío – profundo – tristeza – unión – anestesia –uñas – espejos – belleza – fealdad. PANZA reincide en lo conflictuado de “ser” y lo hace con distinción.
El último jueves fue la presentación de su último disco, “Nada es rosa”, pergamino contestatario lleno de existencialismo, power rock, voces sobrecargadas y movimientos, nada de pasividad, sólo movimientos, roces, quiebres y texturas que hacen de cada canción una obra compleja (o acomplejada quizás). Nada mejor que la vitalidad de la escena para representar el espíritu hard rock + pop + punk + prog… (y la lista podría continuar adhiriendo) del grupo.
Ruidos en la panza
En vivo, MARIANA BIANCHINI es la voz única. Por caudalosa, es suficiente para abarcar a PANZA, al lugar y al público, todo al mismo tiempo, abrazando fuertemente todo lo que el grupo tiene para decir y lanzándose como una ola sobre el público, entre movimientos cuasi – epilépticos y bailes frenéticos.
En “Bailarina anarquista”, “¿Has querido morir?” o “El día de San Valentín”, la música demuestra en estado de rock como las partes se conjugan de forma indispensable. Porque más allá de la imponencia de la voz y la presencia de MARIANA, PANZA no sería lo mismo sin la rispidez de la guitarra de SERGIO ALVAREZ y tampoco sin el aplastante ritmo de PABLO CONTURSI en batería.
La canción “Nada es rosa” es quizás la más perfecta unión de forma e ideal poético que el grupo haya alcanzado. A un devenir musical rockero pero muy pop por momentos también, se le suma una letra que, por negación de opuestos, define al grupo, su actitud, sus colores y su sonido sobre todo, si es como decía KANDINSKY, los colores también suenan.
Nada tiene que ver PANZA con lo rosado de la vida sino todo lo contrario; más bien con poner lo negro de los sentimientos sobre un fondo blanco, o a lo sumo destacar sobre aquel blanco lo rojo y pasional, tal cual ocurría en el vestido de MARIANA, largo y blanco, con su centro redondeado en rojo por pequeñas perlas, sobre la panza, sí, pero cerca del corazón.
La seguidilla de temas recorrió todo el último disco (destacando la fémina / antifémina ”DNI”, “Entropía” y ”Anestesia local”) y demás recuerdos de años atrás como ”Popstar”, “Callate nena” o ”Fea”. Y aunque (afortunadamente) poco hay de la “Historia” del rock nacional en PANZA, se animaron con una versión de “Detectives” (semi-éxito perdido en los ’80, compuesto por CHARLY GARCIA para el primer disco de FABIANA CANTILO), interpretándola como si PORTISHEAD remixara a los últimos FAITH NO MORE o viceversa, algo muy parecido. (Se me ocurre en el delirio de la tarde que si MIKE PATTON se decidiera a procrear una criatura con BJORK, seguramente la niña naciente cantaría muy parecido a MARIANA de PANZA, pero tal vez no, es solo una ocurrencia más).
Al final, hay un momento en el que los discursos son apagados por la música cuando ella asume fuerza, originalidad, decisión y actitudes explicitas, en vivo, en discos o por radio. PANZA, con o sin difusión, con disco nuevo o no, lo consigue y hace por lo menos necesaria su escucha, a fuerza de canciones que hacen ruido por dentro, colores intensos y voces que parecen responder los golpes golpeando con palabras los (des)arreglos de la vida cotidiana.
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