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Sudámerica, tus hijos

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Hoppo!, el proyecto de Rubén Albarrán,  de Café Tacvba, se presentó a sala llena el pasado viernes en Niceto club. Crónica y fotos de lo acontecido.

A veces es llamativo cómo gente ajena a todo un género musical ha sabido captarlo tan bien: desde Manu Chao y Enrique Bunbury en sus expediciones latinoamericanas, pasando por The Clash y su amor al reggae, o David Byrne con los ritmos centroamericanos. Rubén Albarran no está lejos de nuestras latitudes, pero bien podría ignorar 200 años de cultura. Hoppo! es el proyecto donde se reivindica la música folclórica latinoamericana (sobre todo chilena y argentina), mezclándola con sonidos más modernos.

Dentro de una banda que desafía bastante las reglas como lo es Café Tacvba, Hoppo! va más allá. Su cara más visible se encarga de aclarar completamente su independencia: sin sello, sin managers, sin publicidad. La intención de abordar la música desde su más pura esencia, como hacían los cantores que revisitan: Victor Jara, Violeta Parra, Mercedes Sosa, Cuchi Leguizamón, Félix Luna y varios más. Tal vez sea el repertorio más impopular para una supuesta banda de rock, pero lo cierto es que Hoppo! está lejos de eso, así como su público está más cerca de Silvio Rodríguez que de los Ramones. Por lo menos a primera vista; luego uno sabe que en realidad acá conviven ambos.

Entre guitarras y bombo leguero, entre flauta y teclados, entre bajo y cítara, va viajando la música de Hoppo. Lo cierto es que en vísperas del festival folclórico de Cosquín, que no estén participando parece una injusticia, porque escuchar la vitalidad y la creatividad con las que suenan «Te recuerdo Amanda», o la oscuridad y el clima en total silencio durante «Alfonsina y el mar», o la entrega durante «Volver a los 17» hace pensar que hoy el folclore nacional está representado por … bueno, mejor no dar nombres, pero ustedes seguro saben. Sintonicen la Tv Pública en estos días de festival para sentir un poco de vergüenza.

Este proyecto que empezó como un homenaje se despega cada vez más de eso para tomar identidad propia. De hecho la banda elige obviar versiones que ya se habían convertido en hits para su público («Gracias a la vida», «Canción con todos») para volcarse más hacia la composición propia, que se puede apreciar en el EP «Ollin Rollin», editado en 2012.

El que prefiere el sonido mestizo de los dos primeros discos de Tacuba, sabrá encontrar algo agradable en estas canciones. Rubén aprovecha este espacio de intimidad que le permite Niceto para involucrarse más con la gente, explicarles las cosas e incluso compartir tragos que el público le invita. La música va variando entre momentos festivos como en «Rayo de sol», pero los más atractivos son los momentos más intensos, de mayor confraternidad entre música, músicos e interprete, como en «Mariposa de luz» o «Vaso de vino». La banda no puede no sorprender y cruzar la mayor cantidad de géneros. La versión de «Wild Thing» de The Troggs popularizada por Jimi Hendrix descoloca tanto como gusta.

El final es como «Zamba de Balderrama» del Cuchi Leguizamon, extrañamente la única canción que canta el público en la noche. Tal vez porque estaba más dispuesto a ser sorprendido y escuchar nueva vieja música y solo dejarse llevar. Como dijimos antes, es raro como a veces los grupos ajenos a un género lo entienden más cabalmente y lo llevan a la práctica aún mejor que muchos de los que se dedican exclusivamente a un estilo musical particular, en este caso el folclore.

*Fotos por Guillermo Coluccio

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azafatodegira.com

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