RESEÑAS
Viernes 13: MALDITA SUERTE

El Marquee es una especie de glorioso Knitting Factory de nuestras pampas. Un Knitting Factory pero del rock. Una de las banderas que todavía flamea intacta ante tanto huracán y viento arrasador; es todavía un pulmón, uno de los últimos árboles que queda en pie después de una tala / cacería cultural indiscriminada, llevada a cabo luego de la noche nefasta del 30 de diciembre pasado.
Este pequeño bar de la calle Scalabrini Ortiz, recibió el pasado viernes 13 a una de las esperanzas de la escena local llamada MALDITA SUERTE. Una especie de motoqueros barbudos tocando rock. Una secta de pelilargos dispuestos a apilar canciones, publicar discos duros en tiempos complicados, hablar de desgracias y viajes sonámbulos.
Una banda que ya lleva unos pares de años luchando en el under local y que supo sacar una chapa popularísima en aquel Chascomús Rock de marzo pasado.
Distendidos y apretados sobre el escenario, sobrios y aflojados, apoyados sobre las tablas, dieron un explosivo show, sin gestos grandilocuentes ni desparramando miserias personales, un show que giró alrededor de sus dos discos oficiales (“Lejos de todo” y “Tiempos duros”) y la presentación de un tema nuevo (“Plegaria de un sueño”).
Estos rockeros ya casi cuarentones, excepto por GUSTAVO MIRON jovencísimo guitarrista que supo dibujar algunos riffs urgentes en las versiones de “El viejo” de NORBERTO “PAPPO” NAPOLITANO y “Necesitamos acción” de RIFF, pertenecen a una casta originariamente amante de las canciones duras y de las experiencias callejeras. Amantes del rock más pesado, desde MOTORHEAD a AC/DC. MALDITA SUERTE es una especie de bomba musical a punto de explotar en cada canción. Es como un sucedáneo de LA RENGA, la otra mitad de la banda de CHIZZO, un poco menos populista y más sanguínea.
Un repaso rápido por los discos de MALDITA SUERTE y por recuerdos vagos de anteriores presentaciones, nos pueden traer a la memoria canciones de METALLICA, la desprolijidad de cualquier novato, la puntillosa resistencia de los WHO, viejos pasajes de los GRATEFUL DEAD. Entre toda esa maraña farragosa hay también un público fiel. Rengo. Que vislumbra el lado más heavy de esa parte de la multitud que creció con los últimos discos de LA RENGA, esa última parte más poderosa y apocalíptica.
El show
Y ahí estaba esta pandilla hereje, dibujando canciones sobre un pequeño escenario, delante de las banderas. Canciones como “Hacia el sur”, “Como brillo de sol”, “Ocultando el sol” y “Pasado pisado” forman parte ya, de una sociedad de canciones de barricada, de trinchera, que sirven para una escucha un poco menos comprometida por parte de los que van a observar un recital donde las canciones parecen todas una misma y simulan algunos estiletazos punkies y algunos que otros acordes virtuosos.
Más allá de esto, la banda se ofrece potente y con ganas de demostrar una eficacia que en algunos puntos logran alcanzar (“Necesitamos acción” de RIFF y “No despiertes”), muestran los baches propios de un sonido rudimentario, y esas ganas de llevarse todo por delante. Más que nada, estos malditos surten una idea del rock un poco más sustanciosa que el de otras bandas, una idea apoyada sobre ideales verdaderos, sentimientos de búsqueda y esperanza, sin encontrarse en sus poesías lugares comunes, frases hechas e incitaciones políticas que suponen en otras agrupaciones una especie de vanguardia.
El concierto alcanzó unas dieciocho canciones, un tanto desaforadas si se quiere. Desde “Sueño profundo” a “Cuanto más” el sonido fue el de una aplanadora (“La aplanadora del rock and roll es MALDITA SUERTE”, cantó la gente) y no se movió de allí.
El estreno fue “Plegaria de un sueño”, que tampoco mostró una nueva cara de la banda, sino que confirmó lo hecho en sus dos discos anteriores, musical y líricamente hablando. Hubo un solo de guitarra, la polenta característica de los brazos de JUAN ARIEL, la voz chillona de JUAN JOSE SPINEDI y las estridencias del dúo de saxos compuestos por GUILLERMO y PABLITO. Aquí no hay nada de teen punk (GREEN DAY, BLINK 183) sino experiencia y mucho empuje. Hubo el pasado viernes, una suerte de locomotora que arrolló cuerpos transpirados que esperaron varios meses ser atropellados de esa forma por unas simples dieciocho interpretaciones avasalladoras.
Finalmente, después de esa catarata de canciones, MALDITA SUERTE fortaleció y revalidó esto de ser una “aplanadora del rock”, donde abusó un poco de su contundencia y su constante aceleramiento sobre las composiciones. Sin embargo demostró pertenecer al grupo de bandas que ve un futuro con gran esperanza en lo que se refiere a convocatoria.
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