Bajo el cielo de Rosario

La marea es alta y resalta

Un hombre setentón, a su manera, entendía de qué se trataba semejante movimiento de jóvenes en aquel atardecer de Rosario: Llegar allá está complicado porque toca una orquesta. Es que aunque no conociera mucho de rock, algo se estaba moviendo ese sábado en la ciudad, y ya desde temprano hacía bastante ruido.

Es la primera vez que la banda se presenta en un predio tan grande. Apostaron, y ganaron. Tres mil es un número que habla del gran crecimiento que tuvieron desde que empezaron en este camino, once años atrás.

La orquesta llegó nomás. A las 21:10 explotó con Luminoso, el primer tema nuevo en sonar. Mientras iluminaba los oídos de los miles de fanáticos, parecía estar describiendo ese momento exacto en que la emoción de los presentes crecía.

La marea es alta y resalta en barcos que encallan. Más allá de la poesía y la metáfora de la canción, la situación era tal cual. Esa marea de fanáticos se hacía sentir entre saltos y cantos, banderas (no demasiadas) y brazos en alto, y resaltaba en una noche ideal. ¿Y el barco que encalla? Sí, hasta eso. En un momento se dibujó, enorme, un barco en el río que se intuía detrás del escenario. La postal perfecta.

Cuando se asomaban los acordes de lo que sería el segundo tema, todo se frenó de golpe y las luces del lugar se encendieron. A ver la gente de producción… No sé qué pasa acá. PABLO Polilla PINO, voz de la banda, explicaba entonces que cuando se solucionara un problema técnico en cinco minutos, seguirían con el show.

¿Qué pasaba? Los caños del vallado que separaba el público del escenario -profunda fosa de por medio- se estaban empezando a zafar por la presión de la gente. Al toque los reforzaron y agregaron algunos más. Fue media hora de espera, y aunque los silbidos de impaciencia ya empezaban a escucharse, la fiesta no se empañó ni un poco.

Fue sólo una tregua

Está todo bien, chicos. Y volvieron con los esperados acordes de Alma en tregua. Mientras, empezaban a verse imágenes de video en una pantalla centrada contra el fondo del escenario.

Así llegaron Perros y Sin salida, invitando a recordar Buenas, su primer álbum. De ahí mismo, más adelante sonarían Mama, Que se yo y las infaltables Carne 2 y Quien baja la pala.

También dijo presente el segundo disco, Código de barras, con clásicos como Luna, Mujer y Otoño blanco. Y fue éste el disco que más pesó a la hora de los bises, cuando CIELO reapareció en escena con Demás, para cerrar, tres temas después, con la esperada Estrella.

Miradas de la Marea

El nuevo disco se metió de manera impecable entre los hits que se hicieron escuchar y sentir durante dos horas y media.

Pudo verse en la pantalla gigante el clip de Miradas y durante todo el encuentro se registraron imágenes en cintas que en breve formarán parte de un DVD de la banda.

PABLO PINO, DIEGO ALMIRON, FERNANDO AIME, CRISTIAN NARVAEZ, JUAN PABLO BRUNO y JAVIER ROBLEDO dibujaron los temas entre la calidez de gente amiga. Recorrieron -se notó-, muy a gusto las doce canciones que forman Marea.

Entre los mejor recibidos por la gente, se destacaron Charlone, Luminoso, Vieja caña y una canción que habla de lo que nos pasa, según Pino: Esa brisa.

Chau loco!

El anfiteatro Humberto de Nito fue el lugar. Excelente sonido, cuidado juego de luces, un CIELO RAZZO cada vez más firme y cómodo en el terreno que van pisando firmes y varios músicos invitados. Impecable. El buen clima hizo el resto.

Gracias a la madre naturaleza que nos dio estos días, dijo un espontáneo Pablito. Y fue lo que no dejó de hacer en toda la noche, agradecer: Gracias chicos por venir, Por el respeto, Por la lección que nos dieron hoy, Por no prender ni una bengala. Y a las 12 en punto, terminaba con Che, muchas gracias por el apoyo y por estar siempre ¡Chau loco!