RESEÑAS
PeZos PeZados

Pasadas las 23.30 –sobre el inicio del set-, el paisaje que gobernaba el local ubicado en la calle Balcarce era similar al de un café concert: un salón casi lleno con poca gente parada, varias decenas de mesas ocupadas por personas de entre 20 y 30 años, todo coloreado por la luz tenue que salía de una de las barras. En tanto, en el escenario ya estaban en acción el ex FABULOSOS CADILLACS (voz y guitarra), FRANCO SALVADOR (batería y coros), FOSFORO (bajo), LEOPOLDO LIMERES (piano eléctrico) y ERNESTO ROMEO (teclado y sintetizadores).
Compuesta mayoritariamente por canciones pertenecientes a su última placa –”Folklore” (2004)- la lista de temas arrancó con “Para las almas sensibles”, “Desde el viento en la montaña hasta la espuma del mar”, “Folklore” y “Despierto”. Posteriormente, vino la introducción de la primera novedad de la velada: “Esta es una canción nueva”, explicó el líder de la agrupación formada en 1993 antes de darle inicio a “El viaje”, una excelente página que, a juzgar por los ademanes del vocalista, parecía haberse adueñado de su cuerpo.
Con composiciones de fondo como “Floid”, “20 días sin dormir”, “Aguante”, “Fantos Power” y “La estética”, hubo otras dimensiones extra musicales que son insoslayables en el marco del recital, algunas motivadas por características de PEZ y otras por las de su fiel público.
Durante la noche, MINIMAL se mostró sagaz, bien suelto y, en ocasiones, hasta pícaro. No faltaron baches de tiempo que llenar –hubieron muchos ajustes en afinación y volúmenes-, tarea que al ex compañero de VICENTINO y compañía no le molestó cumplir: el vocalista tuvo un verdadero rol protagónico en el que, cual humorista de salón, bromeó con fina acidez –“parezco un boludo, pero soy artista”– y llegó a sacarse la remera para tocar una canción que, según él, lo desnudaba. Todo lo hizo bajo el umbral de la complicidad del auditorio.
Pisando la postrimería del espectáculo vinieron algunas cosas nuevas como “Aguante”, marcada por melodías dulces y la fuerza justa atenuada por la parsimoniosa (y a veces extremadamente cruda) voz del cantante, y “Campos de inconciencia”, “Devolución de gentileza” y “Cuando ya me quedé”, entre otros.
Luego de tocar la experimental “Buda”, acordaron con su gente en regalar una yapa que tomó forma de “Siesta”, y que antecedió al bis final, compuesto por “El cantor” y “Malicia”.
Hubo tiempo para aplausos y la clara aprobación de aquellos que no dudaron en acercarse a prestarle atención a un grupo que no aburre ni pasa desapercibido cuando está enfrente.
Asimismo, los instrumentistas anunciaron una presentación con entrada gratuita en el centro cultural Carlos Gardel, fechada para el 19 de abril próximo.
De una textura musical bien variada -que camina por los barrios del tango, espera en la vereda del jazz y cruza hacia su casa, ubicada en la calle del rock progresivo-, la música de PEZ es arte poco común por nuestros lares, donde goza de prestancia y originalidad. Una noche de verano que muta al otoño, melodías que cierran los ojos con suma intensidad y despiertan repentinamente con estridentes solos de guitarra, que exhibe como responsable al líder de una banda diferente que se muestra bien humana. Gratificante, ¿no?
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