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STEPHEN MALKMUS visión 2

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Pasadas las nueve y media, en formación de trío (chica cantante, guitarrista y baterista), PANZA arrancó la noche decidido a impactar, pero no bastó con que sonaran fuerte, ni con que MARIANA BIANCHINI tratara de imponer presencia a fuerza de un exacerbado histrionismo y una tremenda capacidad vocal (bajar un tono no vendría nada mal).

Les fue difícil completar los espacios musicales de cada canción, aún cuando las canciones no son el fuerte del grupo y las melodías no sobraban. Con el ingreso de un segundo guitarrista el show levantó, pero no dejaba de divagar algo errante y sin convencer entre el rock de guitarras cortantes, despuntes de noise, reminiscencias punk y un aura oscura envolviéndolo todo.

DORIS apareció con un ritmo opaco, entre punteos y rasguidos de guitarras mordidas por el mismo animal que mordió las canciones de SONIC YOUTH, guitarras que buscaban ese sonido desgarbado y el desequilibrio, la velocidad o la languidez según el momento. Su música avanzaba en un devenir poético, climático y expresivo, presa de una saludable y ciclotímica dispersión visual y musical.

Lucían delantales. Ellos y su música estaban hechos de retazos adheridos sin sutilezas pero con inspiración. Sus letras, simples, hablaban de lo dicho y lo sentido, haya sido pronunciado o no. Por momentos climáticos y trascendentales, por momentos banales y efímeros, su música era carnal y emotiva, espontánea como pocas en el rock de hoy.

Después llegó la hora de ROSARIO BLEFARI. Presentó temas de su próximo disco solista, como “Inocente”, “Tormenta” o “Adorarte”. Destaco la canción “Próxima estación”, de las más bonitas que escuché este año. Una balada que va y viene con serenidad, como van pasando los días del verano hasta volverse primavera, como van y vienen las lluvias, las hojas, los árboles y la soledad. Así.

Se mostró algo lejos de lo que fue el sonido de SUAREZ, cercana al formato más clásico de la canción pop o el rock, pero manteniendo en la ternura y el brillo de su voz y mucha de la sensibilidad y la musicalidad de aquel hermoso grupo fugaz.

Aquí

Sólo faltaba MALKMUS. ¿Y tu te preguntas quién es MALKMUS?. Ok, brevísima introducción: Como cantante y guitarrista de PAVEMENT, editó 5 discos y tuvo su momento de gloria en los ’90, dentro del llamado indie rock americano, con una voz muy personal; letras encriptadas, irónicas y lúcidas; canciones que rescataban cierto espíritu folk y country rock, pero reanimadas con ruidosa guitarras distorsionadas, delirantes, solos impredecibles, sutilezas, ritmo firme y la energía del punk de los ’80.

Mientras el monótono y abúlico grunge de moda aburría, PAVEMENT saltaba en trampolín y regalaba versos para cantar todo el día, liberaba y reanimaba con piruetas musicales y un estilo original. En el ’99, el grupo se separó y MALKMUS inició su carrera solista con un nuevo grupo THE JICKS, editando dos discos hasta hoy. Esta es su segunda visita, en dos años.

Volvamos. Pasadas las 12, se corrió el telón y se lo vio sólo, cargando su guitarra y dispuesto. El comienzo fue con “We dance”, bella balada del repertorio de PAVEMENT que arrancó los primeros suspiros y aplausos. Siguió emocionando fanáticos con ese himno al rocker derrotado que es “Here”, del primer disco del grupo (”Slanted & Enchanted” del 92), en la que STEPHEN se vestía para esperar un éxito que nunca llegaba.

Siguieron “Tigger Cut” e “In a mouth a desert”, de lo viejo lo mejor. De a poco se empezaba a sentir la ausencia de un grupo que acompañara, más en las canciones donde el acompañamiento era lo fundamental, más en temas de PAVEMENT, donde el guitarrista y el baterista son tan importantes como el mismísimo cantante.

El músico aprovechó la ocasión para hacer temas de sus discos solista sin tanto gancho como los viejos (ni tan buenos) en los que se sumergía en exagerados solos. Ya no podía hacer otra cosa que desear que la próxima canción fuera una de mis favoritas.

Casi lloro cuando oí el punteo con que empieza “Spit on a stranger”. Debe ser una de las cinco canciones que más escuché en mi vida, triste o contento, mal o bien, sólo o acompañado, no me pude resistir a desafinar esa canción. Después siguió la pausa obligada: “Momento. Yo baño” dijo MALKMUS. Al volver, siguió con un par de temas más, hasta terminar con la adorable y hermosa “Range Life”, donde ya nadie pudo evitar acoplarse al cansino y perezoso tono del cantante y despedirlo con muchos aplausos.

Fue una buena noche y un muy buen show, por el repertorio elegido y por las ganas del músico. Nostalgias y fanatismos aparte, queda la sensación de que el mejor MALKMUS lo tuvimos hace diez años y que haya venido solo (o que lo hayan traído solo) restó brillo a su actuación, despojó por demás muchas de las canciones y privó al publico del músico en su mejor forma.

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