RESEÑAS

Mal Momento, buena noche

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Si a MAL MOMENTO lo relacionamos con un animal, sería con un gato negro. Si hacemos lo mismo con un número, lo haríamos con el 13. Ambas cosas, llevan rápido a la mente a pensar en la mala suerte. ¿Porqué mala suerte? Obsérvenlo desde este lado. ¿Cómo puede ser posible que una banda que hace más de quince años que viene tocando en vivo, aún no haya conocido las mieles de haber sido acto principal en el Estadio Obras? ¿Y cómo puede ser que una banda fichada por DANIEL REY (Manager de THE RAMONES), quién los invitó a tocar con ellos en Velez y en Obras, aún tenga que buscar lugares pequeños para tocar? ¿Cómo se llamaría esto acaso?

Quizás, los problemas internos en la banda (separación, peleas, cuelgues, estafas en la grabación de un disco), hicieron que el tiempo necesario para una maduración haya quedado estancado, y por eso la fama les pasó por al lado y no pudieron aprovecharla. Vaya uno a saber por qué.

Durante la noche del sábado, más allá que la entrada estaba diez mangos, una gran cantidad de gente se acercó al lugar para verlos. Se notaba cierta emoción por parte de los presentes, quienes rondando por la zona, buscaban algún almacén birrero para hacer la previa.

Definitivamente MAL MOMENTO creó una rama particular dentro del estilo. ¿Dónde se vio que una banda de punk rock haga una balada de la categoría de ”El Amor no es para mi”? Algo así como si un SANDRO con tatuajes y distorsión se dedicaría actualmente al punk rock. Las influencias de LOQUILLO Y LOS TROGLODITAS, aquella recordada banda de rockabilly española -aunque no los hayan versionado esta vez en ”La mataré”-, son realmente notorias, más que nada en la voz del cantante.

Con el tiempo el show se desarrolla sobre rieles, volver a un gran disco, el recordado ”Mal Momento”, que llegó a agotarse varias veces, es una tarea obligatoria. ¿Se imaginan un show sin ”El diablo en el bar”? ¿O como reaccionaría el público si no tocan ”El borracho”?

La versión de ”La naranja no es mecánica”, más allá de ser originalmente de LOS NIKIS, hoy en día parece ser un tema compuesto por ellos. Todos se la saben y la cantan, todo es alegría.

Repasando el último disco, es inevitable caer en ”Fiebre de amor”, un cuasi hit radial para escuchar sentado en un antiguo Ford, en una gasolinería de Texas, mientras un empleado, que lleva bordado el nombre de “BILLY” en su chaqueta, llena el tanque, y RONDA, la más linda de la preparatoria, recibe nuestro abrazo (con esta metáfora me gano el premio al cronista cursi).

HERMANN, con un dejo de depresión en sus comentarios, dibuja varias sonrisas en los presentes: “Somos todos feos, el único que zafa es el bajista que usa pasamontañas”. No se preocupa por ser escupido y responde: “Yo escupí al cantante de GBH y le agarró hepatitis”. Más allá de eso, todo es felicidad.

La lista de temas pasa y recorre los discos. Algunos se irán contentos, otros con las ganas de algún tema que no sonó, pero bueno, ya habrá oportunidad.

Palabras más, palabras menos, eso fue el show de MAL MOMENTO, ni más ni menos que punk rock. Después de todo… ¿Qué más importa?

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