RESEÑAS
Somos mucho más que dos

“Algo comienza para terminar” garabateó un escritor inmerso en la tristeza de su habitación y la repugnancia a su existencia mientras redactaba su primera novela. Tenía razón. Aquella vieja frase, casi como una ley, es la que RICARDO MOLLO y DIEGO ARNEDO les revelan a sus bateristas apenas ingresan al grupo, como si resultara suficiente antídoto contra enojos, aburrimientos o caprichos futuros.
Sin ningún aviso oficial, este sábado último y con El Teatro repleto, DIVIDIDOS presentó otro nuevo baterista, un jovencísimo CATRIEL CIAVARELLA (ex MAM, ERICA GARCIA y NUCA) En medio de calurosas ovaciones para la banda que partían de todos los sectores del local a eso de las diez y media de la noche cuando apenas las luces se habían apagado y todo se había vuelto oscuro, el cuarto batero en cuestión se plantó ahí atrás del escenario, y en su primera salida al espacio Dividido, se mostró realmente contundente y arrollador.
Muy diferente a los futbolistas, JORGE ARAUJO no tuvo una despedida oficial en Capital. El motivo de la salida del baterista nunca pudo conocerse con precisión, pero se presume que por problemas personales entre él y DIEGO ARNEDO (en apariciones radiales y vía Internet aclararon no sentirse cómodos en los shows), decidieron con RICARDO MOLLO y de común acuerdo, la ida del batero.
Unos dos mil quinientos privilegiados observaron este fin de semana el debut del nuevo elegido, que llevó a algunos escépticos a hacerse la pregunta inevitable: ¿y éste cuanto va a durar?. El ahora joven encargado de manejar el motor de la Aplanadora tenía que rendir bien el examen. El ex batero de MAM llegó a DIVIDIDOS desde el placard de OMAR, la otra cara de la moneda del hermano de RICARDO, el power trío del tanguero OMAR MOLLO.
¿Y este pibe de donde salió?
El Teatro fue una caldera con entradas agotadas, un infierno dispuesto a rockear. Y como acostumbra la famosa discoteca, el calor dijo presente. Esta vez el lugar fue un horno abarrotado de personas movidas por el fanatismo y la intriga. Nadie podía faltar a la presentación de la flamante incorporación.
En su concierto debut, CATRIEL CIAVARELLA, como una presencia casi mística, cruzó todo el recital rodeado de esa aureola lumínica que formaban los haces de luces que no se despegaron de él en todo el transcurso del show. Fue por esa noche el único baterista del mundo. Un baterista en este infierno. Infierno responsable de que DIVIDIDOS haya agregado nueva función para el sábado 19.
A eso de las nueve de la noche, cuando la gente se iba amontonando lentamente sobre las vallas, y mientras se escuchaba de fondo a THE BEATLES con “Let it be”, “Hey Hude”, “Day Tripper” y más, RICARDO MOLLO inauguró el momento bizarro de la noche cuando, escondido detrás del telón, arrojó al publico botellas de agua mineral, manzanas y hasta ¡un cinto!.
MOLLO y su Stratocaster encendieron la mecha, cuando el telón se hizo escenografía. DIVIDIDOS enfrentó el frío que reinaba en las calles con la firmeza que los caracteriza: “Fuck you” dio el puntapié inicial. “Rasputin/Hey Hude” y “El 38” dieron la pauta de porqué ésta banda es una aplanadora sonora, merecedora de aplausos hasta el hartazgo.
Mención aparte se merece “Basta fuerte”, el cuarto tema de la noche que tuvo todo, y que sobre el final el solo de CATRIEL casi destroza su batería, instante donde todos tuvimos miedo de que se rompa la pobre ante tanta potencia. Siguió la locura, siguió “Ala Delta”. Ya no se podía pedir más ni respirar, lo habían hecho a propósito. Parecía que querían ser topadoras.
La lista estaba dada vuelta, los temas que debían cerrar el concierto fueron los primeros. Así, el power trío del oeste escupió “Vida de topos” y “La ñapi de mamá”, que fue esa mezcla rara de angustia y cañita voladora que sacudía a un MOLLO desgarrándose hasta el final con los acordes infinitos de esos atardeceres eternos entre “Cajita Musical” y “Ay! Que Dios boludo”.
“¿Y éste pibe de donde salió?”, gritó desaforado un señor ya entrado en años con la cerveza en la mano. “Es impresionante lo de este pibe, miralo como se mata”, eso resumía toda la performance de CATRIEL. La aplanadora era él.
La versión del tema de JIMI HENDRIX, “Voodoo Chile”, mostró a un MOLLO inspiradísimo, comiéndose la guitarra en pleno virtuosismo. Y “El arriero”, de ATAHUALPA YUPANQUI, revivió por unos minutos la hermosa prosa de ATAHUALPA: “Las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas”.
“Cabezón” fue el tema que salió del ropero de las canciones olvidadas, que la mayoría de los presentes era la primera vez que lo escuchaba. “Los sueños y las guerras” y “Gárgara larga” mostraron en algunos pasajes el costado electroacústico que los supo llevar a la calle Corrientes y recorrer los teatros de todo el país. “Haciendo cosas raras” completó el potpurrí ”40 dibujos ahí en el piso”.
El final fue con “Paisano de Hurlingham”, donde MOLLO hizo su primera y única dedicación: “A los que se suben todos los días al San Martín”. Continuaron acodándose cómplices los descargadores de adrenalina: “Cielito Lindo” y “Cuadros colgados”.
Sin nada de bises y ni tiempo para respirar, DIVIDIDOS clausuró la noche fría con el calor de “Paraguay” y “Azulejo”, con los que dijeron chau y gracias.
Inolvidable.
Y luego del final, el ritual de las púas y los palillos. La ceremonia habitual en cada show de la aplanadora entre empujones para conseguir la preciada joya. Para después mostrarla a los amigos como símil trofeo de guerra.
Diez puntos para la actuación de CATRIEL CIAVARELLA en su debut, el nuevo tanque del rockanroll argento. Un baterista que nadie sabia quien era, y que calladito demostró ser mucho arriba del escenario.
Eso sí, a la hora de las decisiones, parece que DIVIDIDOS es exclusivamente RICARDO MOLLO y DIEGO ARNEDO, ahora deberán ser más que dos, es el momento donde comienza la era del cambio, será motivo de esperar nuevos resultados.
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