RESEÑAS

Ciudad Páez

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Desde los balcones de los conventillos que rodean la Ciudad Konex, en pleno barrio del Abasto, la gente se prepara para ver desde esos “palcos privados preferenciales” el show. Mientras, abajo, en la calle Sarmiento al 3131 hay una cola compuesta por jóvenes (grupos de chicas y chicos de los más variadas estilos), que esperan para poder entrar.

Una juventud hija de la generación hippie/rock rebelde de los 70, juventud heredera de fogones con guitarras rasgueando un “Rasguñan las piedras”, una juventud que les tocó ver de lejos o con binoculares de otra época, a los héroes y leyendas del viejo rock nacional. Algunos todavía están, otros ya no. Y entre los que todavía hoy están, figura el hombre al que esta juventud espera escuchar hoy, a pesar de Creamfields, a pesar de Djs y nuevas alternativas más modernas.

Ese hombre sale al escenario a las nueve en punto con su impecable traje blanco y su viejo “Polaroid de la locura ordinaria”, epopeya /canción, una foto de lo que fue su vida en esos tiempos donde el estrellato del rock lo hacía vivir todo muy a prisa, “vomitando ron y manchando la pared”.

El FITO de los cuarenta años

FITO PAEZ hoy ya no el mismo que aquel muchacho “Del 63”, que vino de su Rosario natal, flaco, con ganas de escupir en forma de historias esa bronca que tenía en sus entrañas por un pasado tormentoso. Hoy le llegó “El amor después del amor”, (fue CECILIA, vino la sexy ROMINA RICCI), le tocaron dos hijos (un Martín y otro en camino), le llegó el discurso de la madurez alejado de toda la “Euforia” de años atrás.

Hoy se baña en la calma de haber alcanzado casi todo lo que se propuso. Por eso desde su “Naturaleza sangre” -su última placa- puede pasar, sin escalas, de la confesión íntima post Cecilia “es hora de volver a mí, a las cosas que me hacían bien de verdad”; a un rock nada autorreferencial sino dirigido a todos, que busca levantar a la gente con un enérgico “hay que salir al sol” tinellizado.

Y por si quedan dudas, saca más compromiso de su bolsillo con un grito: “¡Ey! ¿Qué te pasa Buenos Aires?”. Entonces pide: Buenos Aires, sácate “El diablo de tu corazón”.

Las primeras palabras de la noche salen la boca de este FITO renovado: “Ya no sé de donde soy, no sé donde nací pero se que hay algo urgente”, es la introducción que da inicio a “Urgente amar”.

Al término de la canción, hay un silencio. PAEZ hace a un lado su elegante saco blanco, y empuña el micrófono. El público presente comienza a canturrear bajito el feliz cumpleaños (cumple 41 el 13 de marzo), pero él ríe, y cuenta lo que tenía para contar: “hoy justo un amigo mío terminó de grabar un video, está muy bueno y pienso que es una buena ocasión para verlo ahora todos juntos. Con ustedes, el Bello Abril”.

Hay gritos, hay aplausos, se apagan todas las luces y sobre el paredón blanco de la Ciudad Konex, aparece la figura DOLORES FONZI jugando feliz en un jardín de sueños y sol, mientras que FITO y LUIS ALBERTO SPINETTA hacen un dulce dúo de voces con una melodía tan bella, tan abril. Todo pareció un viaje al pasado rumbo al “La la la”, -el disco que hace un par de años grabaron juntos Fito y El Flaco-.

El Fito del piano

Después de la infaltable pop distorsionada “Cadáver exquisito”, es el momento de las emociones, del detenimiento del maduro FITO PAEZ. Es hora de que se callen todos, el aplaudidísimo bajo de GUILLERMO VADALA, la batería poderosa del ex ILLIA KURIAKI SERGIO VERDINELLI, y la guitarra rosarina de GONZALO ALORAS. Es hora de que Fito sea Fito, y haga magia, con su segunda alma: su piano. La quietud y la contemplación abordan a todos los allí presentes.

Todo Fito sale de esos tristes, melancólicos e inéditos acordes que toca, ingenia y crea para todos aquellos que saben apreciarlos. Y aunque la devastación musical habrá durado sólo cinco minutos, el mundo en Ciudad Konex se detuvo con esos acordes; mientras el viento de la noche soplaba y acariciaba las almas sin movimiento, de las cuales brotaban mil sensaciones. Esas mismas que sólo el viento conoció, que sólo el viento se llevó.

De repente, un ruido irrumpe, alguien le grita ¡Beethoven!, y él se corre de la abstracción y engancha con acordes que ahora todos reconocen. Entonces, recuerda que hay gente allá abajo, levanta los ojos, y espera a que todos le canten a capella su tan querida “Tumbas de la gloria”. Fito y su piano dejan que las voces de su gente sean las únicas que canten su relato trágico, y hay un porqué: nadie como ellas comprenden tanto su dolor.

Pasa, todo pasa, vuelve la banda a sonar, sigue el show con otra mágica historia de niñez –“11 y 6”– seguida de una encantadora “Música para camaleones”, y otra biografía triste de un pibe que tomaba pastillas y termina mal: “Lexatin”.

El Fito visceral

Una música circense de fondo anuncia el arribo de “Circo Beat”, mientras Fito se queja con humor: “Buenos Aires, tierra de Charly, de Troilo, de Lepera, Spinetta, Gardel, ¿Cómo puede ser que estén escuchando música de mierda?”. Entonces es turno de que salga a flote el Fito más visceral, más brutal, ese que escupe un odio casi criminal en “Ciudad de pobres corazones”. Ciudad Konex comparte el sentimiento. Y Ciudad Konex pasa de la puteada a entonar el típico himno propio del recuerdo, “Brillante sobre el mic”.

Se despide con “A rodar”, y se va. Durante los diez minutos que quedó vacío el escenario la gente no paró de cantar “Dale alegría a mi corazón”.

Sin embargo en los bises, él desoyó este pedido, y volvió cargando el desamor de una mujer que lo instigó a componer la sentida versión de “Los restos de nuestro amor”.

“La verdad hoy nos pasó de todo acá arriba, y todos los líos los pudimos sortear, gracias a que ustedes siguen ahí”, agradece Fito, haciendo mención a los problemas técnicos que lo agobiaron durante el show.

El Fito “Rey Sol” y La Diosa Luna

“A esta altura no hace falta que la presente a ella”, dice el rosarino mientras aparece FABIANA CANTILO, y el público aplaude y se amontona para verlos juntos. “Que linda se vino la nena hoy” la carga él, mientras ella coquetea su vestido blanco cual princesa del rock.

“Fabi ¿hacemos ”Mary Poppins” o “Nada es para siempre?”. Fabi quiere “Nada es para siempre”, él quiere “Mary Poppins”. Él le pregunta al público, ellos quieren “Nada es para siempre”. Fabi hace un gesto triunfador, Fito la mira resignado. Él toca el piano, y ella canta. Ella corre por todo el escenario, él la mira y se divierte. Ella canta: “Si pudiéramos hablar…”. Él acota “siempre podemos hablar”. Ella se tienta y ríe fuerte. Él la desconcentró totalmente, y el público tiene que seguir sin ella, porque los dos se sumergen en un juego de a dos, donde el tercero en discordia -la gente- queda afuera, disfrutando de ese encuentro.

Están juntos arriba del escenario y no son FABIANA CANTILO y FITO PAEZ, dos estrellas populares; son FABI y FITO, una pareja de la que nunca va a dejar de salir chispas, dos flacos que se aprecian tanto que no pueden disimular. Entonces Fabi se queda al costado del escenario bailoteando, mientras él canta “Dar es dar”.

La mujer sale de escena, no sin antes abrazarlo tiernamente, y en el escenario vuelven a ser dos. Fito y su piano regalando a esa juventud que está ente volver y no volver, una exquisita versión de “Cable a tierra”. El show termina bien arriba, con esa misma juventud saltando con “Mariposa tecknicolor”, mientras Fito se enfunda su guitarra e invita a GABRIEL CARAMBULA a hacer lo propio con la suya. Saludos finales.

La juventud que pobló CIUDAD KONEX dispone su retirada en f,El lunes 8 de marzo en la FUTURA CIUDAD KONEX FITO PAEZ se dio cita dentro del marco del Festival Verano Porteño regalando un repertorio lleno de hits de su larga trayectoria y muchas canciones de su último trabajo “Naturaleza Sangre” con un clima de juventud tranquila que lo disfrutó apaciguada»

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