RESEÑAS

Maldito rocanrol, benditos VILLANOS

Por  | 

VILLANOS es uno de esos grupos que tienen tantos fanáticos que los adoran como gente que los odia y los sienten insoportables. Con sólo dos discos (”Sacate Todo” del ‘99 y ”No disparen” del ‘00) y unas cuantas canciones hiper–pegadizas, simpáticas y de cierta originalidad, compusieron su identidad y un estilo que propio que los hizo conocidos.

Si ellos fueran una película, serían cualquiera de esas de OLMEDO y PORCEL, donde las chicas corretean con poca ropa, los tipos son divertidos pero no muy vivos, todos se las rebuscan para pasarla bien y los chistes son superlógicos y tan fáciles que lo único que queda es reírse sin prejuicios.

Pero la noche del show empezó musicalmente difícil. DARIO POZO fue el primero en subir al escenario para tocar unos cuantos temas de estilo rock–pop bajas calorías, todo muy light. Mezcla musical de LERNER con PAEZ y algo del CALAMARO más ochentoso (sí!, así todo junto, imagínense!), había fuerza y juventud, pero todo era demasiado prolijo, poco rock y desparpajo, poca actitud y canciones que aún cuando demostraban búsqueda de melodías y sensibilidad, caían en lugares comunes y no causaban efecto o se perdían intrascendentes.

Algo parecido pasó con el segundo grupo, PLUSHION. Ellos eran más brit–poperos, rock con las guitarras bien al frente, simples y lo más contagiosas posibles. Pero más que cercanos al brit–pop o al rock inglés de origen, estaban apegados de la traducción argentina del género que supo conseguir JUANA LA LOCA en su mejor época (que no es esta).

Letras poco lúcidas, músicas repetitivas, un cantante que no aportaba demasiado ni en presencia ni en interpretación, así pasó PLUSHION. Empezaron con una fría versión de “Song 2” de BLUR (ni el uuuuuhuuu se escuchaba!!!) pero el final fue lo mejor. Cerraron con “I am the walrus” de los BEATLES en la versión que hacía OASIS del tema, un buen desenlace que los mostró de la mejor forma, compactos, con ganas, sonando como un buen grupo del género.

Y luego subió VILLANOS, encabezados por NIKO, cantante, líder, creador, el señor villano. Un puñado de temas alcanzaron para despejar la pesadez del ambiente y poner a todo el público en efervescencia. “Maldito Rocanrol” -tema nuevo- fue el que encendió la mecha y “Llame ya”, “Pasen y vean” y “Claudia Trampa” algunos de los que hicieron explotar el show.

No faltaron tampoco los medleys de siempre, esas canciones que no pueden faltar y que de tan necesarias suenan aunque sea en pedacitos: “No tires arroz”, “Vecinos de mierda”, el “Rocanrol kabeza” y “Putas” para el final. Pero entre tanta energía y reviente, se destacó “Chau Corazón”, sencilla y tierna canción que traslucía una letra inocente detrás una música más que ideal para una despedida.

¿Hay algún grupo que pueda reunir en armonía entre su público, tanto a rocanroleros ortodoxos y como a chicos punks?. No, y es un mérito villano tal comunión, una muestra de sus inclinaciones musicales desvariadas y de su ir y venir de género en género, recorriendo hasta encontrar su fórmula mejor, la combinación sin prejuicios.

Entonces las ridículas disputas, envidias y broncas sin sentido entre tribus quedan para perder el tiempo y para ignorantes o débiles que creen que la identidad de uno se sustenta en la negación y el rechazo del otro, que necesitan de un enemigo como la única forma que tienen de alcanzar una unidad y sentirse más fuertes.

VILLANOS surgió, se mantuvo y avanza, un logro para nada despreciable y envidiado por muchos. Lejos de ser pretenciosos, ellos saben cual es su lugar en el mundo del rock. No buscan cambiar la historia de la música, no quieren ser la voz del pueblo sobre un escenario, no inventan discursos pseudo políticos ni se disfrazan de los rebeldes del momento: sólo quieren divertirse y a lo sumo conquistar el mundo. A eso se dedican y su punk rocanroleado es el medio más placentero y simple que encontraron para hacerlo. Ahí esta la gracia de su chiste.

1 Comentario

Tenés que estar logueado para escribir un comentario Iniciar sesión