RESEÑAS

Pacha y ARBOLITO

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En la parte más tras de la Trastienda, las voces repletas esperan el gran comienzo. Olvidando el granizo y la lluvia, nadie olvidó llenar su lugar para recibir este sol tan autóctono que brillaba en el escenario.

ARBOLITO extiende las quenas en el escenario y los ritmos de chacarera, hauyno, cueca, candombe y carnavalito se entremezclan entre alegría y sonidos tan nacionales, y más, que nuestro rock. Sin embargo, la estrella de este site no estaba ausente: la agrupación –además de flautas de madera, traversas, violines y percusión- se componía de bajo, guitarra, batería y teclado.

Mientras la noche pasaba entre esta mezcla de ritmos -quizá reminiscentes a BERSUIT, aunque con su propio tinte y su propia huella-, la gente bailaba en los costados del escenario y se tomaba de la mano en rondas, abrazando a todo el predio. La paz que se respiraba en ese movimiento tan folklórico y tan lejano a la vez robaba sonrisas de todo el público, cabe decir, pibes de todo tipo de estilos y tribus.

Los músicos se lucían con su gran talento y el clima de crítica social -sobrina del rock- se respiraba en todos sus temas, no sin olvidar la melodía y el arte. Así, la sátira y el dolor popular se juntaron en temas como “La arbeja esperanza”, “La máquina”, “La tierra sin mal” y “Huayno del desocupado”, entre otros.

Entre toda esta emotividad, se destacó la presencia de una invitada, VERONICA, que cantó en quechua -y con una voz que atravesaba el corazón en mil haces de luz- un tema que decía: “Soy raíz/ fui origen/ fui ayer/ del barro volveré/ no me olvides/ soy tu hermano/ nuestra raza no muere”. Hermoso aunque intraducible frente a lo que significó oírlo en original…

De este modo, en la fusión de lo que nos es desconocidamente autóctono y aquello que por bueno y conocido amamos tanto, nace esta banda que tiene nombre en diminutivo y espíritu de grande buena sombra… es ARBOLITO, y se trepa por las ramas de nuestro corazón.

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