RESEÑAS
Renovado y al sol

Hace 18 años que vino a ofrecer su corazón. Hoy moviliza a sus oyentes a “salir al sol”, pero ahuyenta fans cantando que no se “banca el dolor que le cargan en la espalda”. Hace música para camaleones y se siente identificado con esos seres que mutan, ya que afirma ir “de los castillos a los callejones”, aunque reconoce que si algo aprendió es que no se cree “ni sus emociones”.
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En este territorio en el cual busca bajarse del podio de semi dios que tienen los ídolos en Argentina, FITO PAEZ presentó su flamante disco “Naturaleza Sangre” ante casi 5000 personas en el Luna Park, estadio en el cual no tocaba desde la presentación de “Giros” (1985).
¿Se lo ve renovado al rosarino, como asegura el primer corte de difusión? Tal vez. Habla poco, se lo escucha rockero y fuerte (según la letra del tema que da nombre al disco, los hombres se fortalecen cuando se decepcionan). Sin embargo, en la nueva placa no todo es distorsión y bronca por la ruptura amorosa. De todas formas, las nuevas canciones tienen un espíritu espontáneo, como de primera toma, a pesar de la calidad de los arreglos y la producción.
Salir al Luna
Una pasarela atravesaba el campo del estadio. Por allí desfiló PÁEZ, puntualísimo, de traje blanco, camisa roja, barba de semanas y viola eléctrica. Arrancó como el disco, con “Nuevo”, y con ese alma de glamour y violencia que parece no querer cambiar por nada. FITO cerca de la gente y mirando a los ojos.
Luego de “Salir al sol” y “Volver a mí” (uno de esos temas que alimenta aquel prejuicio de que el disco está plenamente dedicado a la separación de la actriz CECILIA ROTH), el rosarino sorprendió con “Sable chino”, de su primer disco “Del 63”. A lo largo de la noche también pasarían temazos de antaño que no suele tocar en vivo, como “Canción de amor mientras tanto” y ”La ciudad de los pibes sin calma”, junto a CLAUDIA PUYÓ en voz.
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La banda de PÁEZ suena impresionante, cualquiera sea el estilo o la intensidad de las canciones. Cinco camaleones que se adaptan a la circunstancia del compositor. Mucho tienen que ver con el resultado general el bajista GUILLERMO VADALÁ y el baterista SERGIO VERDINELLI, que más que los cimientos del grupo, son los obreros de una muralla china pintada de colores.
Otro protagonista de la noche fue el iluminador, un héroe anónimo que desde un montón de perillitas generó frío, calor y emoción.
Hasta allí, el rosarino había jugado a colisionar el nuevo material con lo viejo, regalando una breve postal de su carrera, exponiendo los cambios en las letras y la composición a lo largo de su trayectoria. Pero, para el bien de los enfermos analistas de listas, estalló con “El diablo de tu corazón”. ¿Alguna vez escucharon un insulto mejor puesto que aquel la puta madre que lo re mil parió?
El maestro Flaco
LUIS ALBERTO SPINETTA no irrumpió en el escenario, como luego lo haría CHARLY GARCÍA, sino que entró casi levitando. Tras los halagos de PÁEZ, lo miró humilde, con cara de “yo no me merezco esto”, juntó las palmas de sus manos y se inclinó levemente ante el rosarino y su público.
Al igual que en la placa, El Flaco endulzó con su voz en “Bello abril” y “El centro de tu corazón” (de lo nuevo lo mejor).
Tras un emotivo abrazo con FITO (¿qué se dirán al oído?), salió de escena, dejando una estela de armonía, una sonoridad “La La La” en el aire.
Arriba los encendedores
A lo largo de su carrera PAEZ cosechó hits imposibles de gambetear en los shows. Sentado en el piano ubicado en la punta de la pasarela, compiló en un popurrí “Cable a tierra”, “Pétalo de sal”, “She’s mine” y “Piluso”.
El público vivió instantes de frialdad que tal vez no tuvieron que ver con el show en sí. El disco se presentó una semana después de haber salido, y los seguidores tuvieron poco tiempo para hacer los deberes de aprender las letras y saber cuando palmear. De hecho el rosarino no tocó el disco entero, dejando afuera joyitas como “Ojos rojos”, “139 lexatins” y “Absolut vacío”.
Quizas fue por el desconocimiento de lo nuevo que el mencionado popurrí se trepó a lo más alto de la noche. La pasarela se transformó en muelle y los hits en un anzuelo. Y picó nomás. Un momento íntimo, para prender los encendedores hasta quemarse los dedos y derretir la válvula, hasta quedar bañados en bencina.
Más tarde, también en la punta del muelle, haría “Dale Alegría a mi corazón” y el flamante “Los restos de nuestro amor”, dejando caer la lágrima de sangre que ilustra la tapa del disco. Una chica de unos 15 años llora. ¿Fanatismo histérico o realmente algo del rosarino llegó hasta ella y se metió en su sangre?
Que se yo…es Charly
La pantalla del fondo se tiñó de rojo. Las paredes chorreaban sangre para lo que estaba pensado como el punto más fuerte de la noche. FITO desde el piano musicalizaba infiernos. Arrancó el tema que da nombre al disco, en el cual participa CHARLY GARCÍA en voces y guitarras. Pero Mr. Say No More entró tarde, con un traje celeste y blanco y una remera de Rosario Central con la frase “Menem presidente”. (“Si es una joda bizarra ya se pasó de rosca”, dijo uno por ahí. “Que se yo, es Charly”, contestó otro más allá). GARCÍA revoleó zapatillas, gritó “la política es una mierda. Aprendan de esto, boludos”, amagó con sacarle la guitarra a GONZALO ALORAS, se sentó en el piano en “Ciudad de pobres corazones”, gritó “are Kirchner” y tocó “Cerca de la revolución”, cambiando la pregunta “¿porqué no cambias como el sol?” por “¿porqué no cambias como el dólar?”. Y se fue. Pasó el huracán GARCÍA.
Ahora, ¿Qué clase de conflicto rebalsado de ego impide que el público pueda ver juntos a Fito, El Flaco y Charly?
Final arriba
Entre los shana sharana de “A rodar mi vida” y los Ujú Iujú de “Circo beat” (metiendo en el medio “Te
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