RESEÑAS

SKAY, el hechicero

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Entre el polvo apareció

“Olé olé olé, olé olá de la cabeza lo vinimo´ a ver a Skay”. Pasadas las 22 horas la gente presente en El Teatro estrenaba un nuevo grito de guerra y se apagaron las luces. El hombre del pañuelo salió a escena, pero esta vez acompañó sus lentes oscuros con una visera con pelo artificial desconcertando a los presentes con su nuevo disfraz.

Al igual que lo hace en su disco, arremetió de entrada con la potente “Gengis Khan” tal como sucedió en cada presentación porteña. No habían pasado más de tres temas cuando el riff de “Nene nena”, un inédito redondo, sacudió al público.
Se estableció de entrada la fusión que se iba a escuchar esa noche: presente + pasado.

Mar adentro

Navegó su “Mar de los sargazos” a paso firme. Pasaron temas como “Kermesse”, “Memorias de un perro mutante”, “Síndrome del trapecista” y “El pozo de las serpientes” que fueron recibidos eufóricamente por los presentes.

Los himnos ricoteros fueron sonando: “Roto y mal parado”, ”El infierno está encantador”, un popurrí en el que “Ji ji ji” le dio paso a un inédito desconocido por casi todos llamado “Imperialismo espacial” que sólo fue registrado en la grabación pirata del mítico teatro Margarita Xirgú (1979). Esta seguidilla incitó el fuego de las primeras bengalas.

Rema el barquero

Un estreno llamado “Lluvia de Bagdad” calmó las aguas. La presentación de los miembros de la banda a manera de canción fue una excelente introducción para “La bestia pop”. Seguidamente hubo una actuación memorable del anfitrión contando las desventuras de un borrachín en “Alcolito”.

Nuestro amo juega al misterio

El platense se despidió con la emotiva “Astrolabio”, fiel reflejo de la mística que se genera en el ambiente con su destacable presencia.
Pero iba a volver impulsado por la gente que no paraba de cantar y esperaba más. Para despedirse eligió el clásico “Nuestro amo juega al esclavo” y la ya tan popularizada “Oda a la sin nombre” que desató él ultimo pogo de la noche.

SKAY denota una absoluta ausencia de demagogia. No dice una palabra en toda la noche. No ofrece agua. No tira más de una púa en 2 horas. No les acerca el micrófono. No nada.
La comunión pasa por otro lado. Se comunica con su guitarra, su voz y sus letras. Con eso le sobra para hechizar a su público y hacer de la noche un momento mágico.

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